
Jonás salió de su novia y se acostó bocarriba
exhausto; dio un suspiro antes de girar para mirar preocupado a su pareja.
Desde hace algún tiempo que Virginia traía una cara de desgano cuando el sexo
concluía, que el pobre joven ya no sabía cómo moverse para que ella empiece a
disfrutar como lo hacía antes. Desde el inicio, incluso siendo su primera vez y
con todo el drama que eso implica; la niña -porque entonces aún era una niña-
había disfrutado montones con las sacudidas y el sudor y la vergüenza y la inexperiencia
de por medio; al punto que era ella la que no perdía el momento de invitar a su
enamorado cada vez que sabía que sus padres la iban a dejar sola. Esto llegó al
punto en que Jonás llegó a estar muy preocupado y hasta pensó en ir a consultar
con el párroco, pero con los meses entendió las ventajas de su situación y
decidió callar y ver para otro lado; para el lado rico. Sin embargo; desde hace
un tiempo atrás empezó a notar en su pareja cierto desinterés, y aunque nunca
presionaron el freno, ya no demostraba la misma pasión y lo que es peor, esa
apatía empezó a expresarse en momentos no relacionados al sexo y eso ya se
estaba poniendo cansón.
-Amor, qué piensas? -le preguntó Jonás.
-Nada -respondió con apatía
-En serio? -el tono era más de reclamo que de
pregunta- Hace rato que andas así y no sé por qué, y cada vez que te pregunto
que “qué pasa”, tú me sales con alguna cosa y nada…
-Ay, qué quieres que te diga? No pienso en nada,
solo veía el techo.
-Claro, es que es divertidísimo ver el techo! -y
luego de una pausa- En serio, estoy preocupado. Siento que no me estás diciendo
algo, y tú y yo siempre nos contábamos todo; sabes que para mí eso era lo mejor
entre nosotros y ahora… Amor, por fa, ya llevamos casi cinco años…
-Lo mejor entre nosotros era el sexo,
Jonas; tú lo sabes -Respondió ella con cara de pasiva hostilidad- Ok, ese es el
tema. Mi primera vez fue contigo, y
aunque me gusta mucho, hace tiempo que no hay nada nuevo, siempre es lo mismo y
lo mismo y yo me empie…
-Pero si siempre intento que variemos!
-Ay Jonás, no me jodas, vos porque de vez
en mil me pones de perrito, ya crees que eso es variar! -él la miraba
petrificado- Ay sí, no sientes que hay algo más? Que nos perdemos de algo?
Jonás había visto varias películas
pornográficas, pero nunca para sacar ideas, y cada vez que se encontraba con
algo a lo que no estuviera acostumbrado, se le coloreaba la cara y prefería
apagar el computador.
-Bueno… Si te sentías así debiste… -se
detuvo al ver la determinación con que Virginia se incorporaba para sentarse
sobre la cama.
-Lámeme el ojo. -dijo ella casi como una
orden, con voz de militar.
-Qué? -el asustado novio se sentó también.
-Los japoneses se lamen los ojos!
Imagínate, qué cansados estarán los pobres de lo mismo y lo mismo, que se
inventan esas cosas! Dale, quiero que me lamas.
-Te refieres al párpado o a..? Se contuvo
un momento con cara de duda, ansiando haber acertado, pero no.
-No, dentro del ojo, quiero tu lengua en
el blanco y verde de mi ojo.
-Pero eso no es normal
-Ay, te has metido en Google? -le dijo con
dureza, y continuó- Anda a Google y mete ahí la cochinada más puerca que se te
ocurra y vas a ver a cuánta gente le gusta lo mismo. Ya todo es normal, Jonás,
lo que hay que saber es donde buscar.
El pobre tipo no sabía qué hacer. Quería
complacer a su novia en todo, pero esto se le hacía muy extraño: nunca ocupó su
lengua en nada que no fuera comer o besar y hasta el sexo oral se le hacía
extraño. “Cinco años sin variar” escuchó que murmuraba ella mirando para otro
lado y él, asustado pero resuelto, le tomó por los lados la cabeza y se acercó con
la lengua por fuera. El primer contacto fue sutil, pero ni bien esa lengua
sintió la comisura deliciosa que se le metía por las papilas, empezó a recorrer
de afuera para dentro lenta pero confiadamente, disfrutando cada milímetro
brillante, cada pestaña que por los lados le acariciaba, cada sensación salina
y hasta pudo sentir una diferencia entre el iris y el resto del ojo. Se
preguntó si dependería del color.
-Verdes -dijo él embobado
-Ay, quita! -le reprocho ella mientras lo
empujaba a un lado.
-Qué pasó? No te gustó? -Preguntó el pobre
bastante decepcionado.
-Huy no, que fue! Realmente esos chinos
están locos!
-No era Japón?
-Ay, da igual! -dijo ella extenuada- No,
no, esto no va. Esto no es.
Esa noche ya en su casa, Virginia empezó
su cotidiana búsqueda en Internet. Hace tiempo que investigaba qué experimentar
pero no encontraba algo que le agrade por completo y no espante tanto a su
novio. Con lo guapa que era, podría haber conseguido fácil con quién
experimentar y hasta llegó a pensar que una amante mujer podría ser
interesante, pero amaba mucho a Jonás y jamás lo podría engañar. Entre página y
página, ya no sabía ni cómo había llegado hasta ahí, pero terminó por encontrar
algo que le interesó bastante.
La página estaba llena de narraciones de una
prometedora práctica sexual. La idea era simple, lo único que había que hacer
era registrarse en la página y, según tu alineación sexual, te conectaba a una
persona anónima con una tendencia a fin y luego de indagar un poco vía chat, y
si las dos partes parecían disfrutar de la otra, quedaban en una fecha y un
lugar donde, con los ojos vendados, hacían el amor hasta agotarse y luego se
despedían para siempre. La única regla era nunca quitarse la venda. Siempre
anónimos y siempre intrigante, la página recalcaba lo notable de una
experiencia que nunca podría cansar, porque nunca acababas de conocer.
-Ya sé que quiero. -le dijo a Jonás un día
cualquiera en la mesa de un café- Ya sabes, de lo que hablamos el otro día, el
día del ojo.
Jonás, aunque algo intrigado no quería
profundizar en el tema pero escuchó
paciente como su novia le explicaba su nueva manía, poco a poco asustándose más,
hasta que no pudo controlar la indignación y tratando de calmarse dijo:
-Te estás dando cuenta que tú y yo ya nos hemos
visto mucho, verdad? -no esperó la respuesta y continuó- o sea, lo que me
propones es acostarte con otro tipo? -y miró a su novia con cara de decepción y
angustia.
-Ay Jonás, vos sí que eres bobo!
-respondió con la rapidez de quién ensayó con anterioridad, y explicó- ¿Cómo te
voy a proponer eso? si yo te quiero mucho. No mira, la cuestión es así; yo ya
estuve chateando con mucha gente y…
-Mucha gente?! Preguntó Jonás.
-Ay, ya te dije Jonás. Tú ahí hablas con
muchas personas hasta que encuentras la correcta y -se detuvo un poco- y bueno,
fueron muchas porque algunas decían que yo era muy mandona o simplemente no me
gustaban. Pero bueno, el punto es que buscando, buscando encontré una chica que
me pa…
-Una chica? Ok, esto se está p…
-Me vas a dejar que te cuente? -se
defendió para no tener que explicar nada- Mira, ella se llama Blanca, y es muy
buena gente. Y yo estaba pensando en si te gustaría que la invite.
-Y para qué, Virginia? Cuál es tu plan?
Qué pretendes hacer con esa chica? Dime? -decía Jonás tratando de mantener su
voz por lo bajo.
-Nos vamos al hotel del papá del Juan, le
pedimos que nos arriende una habitación y hacemos el amor con blanca vendados,
qué te parece?
-Me estás proponiendo un trio? -el pobre
quería poner cara de indignación pero ya no lo conseguía, ella miró hacia un
lado.
-Bueno, no. No exactamente. Es que ella es
la única que me gustó, pero ella no quiere saber nada de que haya un tipo en el
cuarto.
-Ah, entonces me quedo afuera? Les escucho
por la puerta?
-No Jonás, nosotras vamos a estar
vendadas, yo quiero que tú estés adentro, viéndonos. Seguro te va a gustar.
Jonás temblaba levemente, y empezaba a
sudar; miraba el azúcar, movía el café,
miraba la hora sin verla realmente, levantó la mirada hacia ella y dijo:
-Ok, si eso es lo que quieres, yo lo hago,
pero con una condición.
Virginia se esperaba alguna cosa así de su
novio, y había planificado la respuesta para diferentes escenarios. Pero no
para ese.
-Quiero que me dejes lamerle.
-Qué? -ella rara vez se sorprendía.
-Sí, le quiero lamer. -insistió- Amor,
desde el día del ojo… Ay! no te imaginas. Mira, yo no sabía que mi lengua era
así de sensible, no paro de pensar en repetirlo -hizo una pausa sin saber si
debía contar lo que venía, al final se animó- El otro día en la casa, no podía
dormir, y me puse a lamer todo lo que encontraba. Empecé con las cosas de la
nevera, pero no me gustaron tanto, son las típicas. Pero luego empecé con un
cuchillo, la tapa de la olla, y luego en la sala los muebles, el control de la
tele, todo, todo!, es delicioso (no el sabor, claro) pero lo que siento en la
lengua, yo no sabía lo sensible que era hasta ese día del ojo. Lamo algo nuevo
y me erecto -terminó con un pequeño tono de vergüenza.
Virginia, completamente anulada ante la
confesión de su novio, no supo qué hacer pero aceptó la condición porque sabía
que quizá no tendría otra oportunidad. Lo que sí acordaron es que debería ser
muy sutil y solo en momentos donde Blanca no pueda darse cuenta; y nunca en el ojo
porque estaría vendada. Después de eso solo quedó arreglar los por menores de
la cita
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Blanca entraba algo nerviosa en el lobby
del hotel y se acercó a la recepción esperando que todo salga como se lo había
dicho Virginia.
-Hola, cómo está? -le dijo al joven de la
recepción; este le devolvió el saludo y le preguntó que qué necesitaba.
-Alguien me espera en la habitación tres
uno seis, por favor.
-Ah, tú eres la amiga de Virgy. No te
preocupes, yo te llevo.
El chico la llevó hasta la habitación y
justo antes de abrir la puerta le puso la venda como habían acordado, entraron
enseguida y se sentó en la cama. “Ella está por salir” escuchó que le decía el
joven y luego la puerta que se cerraba. No esperó nada, inmediatamente escuchó
una puerta detrás y la voz de Virgy.
-Blanca, estás? -la voz de Virginia se le
hizo muy dulce.
-Sí, acá estoy -y sintió cómo se sentaba
en la cama- Estoy un poco nerviosa, nunca había hecho esto.
-Yo tampoco, pero por eso estamos aquí no?
-Sí, pero por qué aquí? -preguntó Blanca-
si tú no puedes en la tuya, vamos a mi casa! Yo vivo sola y queda justo junto a
la casa de ancianos, no está lejos, pudimos hacerlo allá.
-Que tierna eres. -empezó Virginia en
tono tranquilo- ¿Y cómo me ibas a abrir la puerta con los ojos vendados?
Además, Juan, el de la recepción es mi amigo de hace años, él es muy buena
gente y no le va a contar a nadie, en serio; además, ya estamos aquí y ¿sabes
algo?... me encanta tu voz, es muy tierna.
Todo empezó muy despacio. Primero se
acercaron se tomaron de las manos y se dedicaron solo a sentirlas, línea por
línea, admirando la textura, la forma; luego pasaron al rostro, se acariciaban
como si se tuvieran muchísimo cariño y se sonreían con una emoción tierna.
Virginia se acercó para besarla mientras se recostaban y la empezó a acariciar
completa. Así pasarían algunos minutos hasta que Blanca empezó a sentir más
calor del usual y empezó a desvestirse, primero se quitó los zapatos usando los
pies y sin detener el beso, empezó con la blusa. La conexión con Virginia era
tal, que no se dio cuenta de una extraña sensación que apareció en su pie;
incluso cuando se percató de ella pensó que sería la sábana o algo y no fue
hasta que sintió algo que se movía hacia la pierna que la pobre se movió
asustada para sentarse.
-Odio las cucarachas, qué asco! -gritó
mientras trataba de quitarse un insecto imaginario de encima y retiraba su venda. Dio un gritito antes de que Virginia alcance a taparle la boca.
-Blanquita, tranquila, no grites. Él es
Jonás, mi novio, déjame que te explique -se detuvo para ver qué respondía
Blanca y al ver que movía la cabeza de modo afirmativo empezó a quitar
lentamente la mano de la boca de la chica. Continuó- Blanquita, no te asustes,
el Jonás no se va a mover -y miró a su novio que se encontraba de pie pálido y
completamente inmóvil- Mira blanquita, yo no te conté esto, pero yo tengo novio
y yo quería que él nos viera, solo eso.
-Me tocó! -gritó Blanca.
Virginia miró a su novio y dijo
-Que imbécil que eres! -y volteándose
hacia a la asustada chica- ok mi novio es un tarado que no cumple las promesas,
si, perdón, pero te juro que no quería que las cosas terminen…
-Estás loca, Virginia, estás loca! -se
levantó- Están locos! Qué idiota! Ya me había dicho papá que esta era una mala
idea, mierda! -decía mientras caminaba moviendo la cabeza, empujó a Jonás tomó
sus zapatos y salió azotando la puerta.
El pobre Jonás no alcanzaba a pedir perdón
a su novia, explicarle que blanca no se daba cuenta, que no fue su culpa, que tenía
los pies tan tersos! Y ella le dijo hasta de lo que se iba a morir, salió del
cuarto enojadísima y no le dirigió la palabra hasta la noche cuando lo llamó.
-Ok, estaba pensando y tienes razón,
perdón. Quizá no era buena idea incluir a otra persona -empezó Virginia.
-No amor, perdóname tú, yo te amo pero me
dejé llevar, perdón. Y sí, estoy de acuerdo, deberíamos dejar las cosas nuevas
para otra gente, gente más de ese estilo.
-Bueno, Jonás. Mira. Yo hablaba de meter a
otras personas, pero yo aún creo que necesitamos experimentar cosas diferentes,
cosas novedosas, en internet hay mucho para leer.
Y Jonás dio un suspiro.
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La búsqueda en internet empezó intensa.
Virginia iba de página en página investigando por cosas que le interesen y cada
vez que algo le movía una fibra hablaba con Jonás que, culpable por lo de
Blanca, hacía lo posible por contentarla. Empezaron con cosas simples, como
usar disfraces o ir a citas vestidos el uno del otro, luego pasaron a hacerlo
completamente cubiertos en comida, grasa o tierra; los lugares públicos se
hicieron comunes, en reuniones de amigos se encerraron en closets donde casi no
cabían, se ataban y en el bosque se vistieron de animales de felpa. Jonás al
principio quiso ver el lado amable, toda nueva experiencia le exponía a tantas
superficies distintas donde pasar la lengua que de hecho llegó a pensar que si la
mantenía en forma nunca iba a necesitar viagra. Y él no perdía oportunidad,
lamió tierra, telas, peluche, velcro, cuero, plantas del bosque, plantas de
zapato y estuvo a punto de probar el cobre de un cable eléctrico, aquella vez
que su pareja decidió hacer el amor mientras cada uno sostenía un extremo del
mismo.
Y Jonás se empezó a asustar. Si antes del
problema con Blanca ya había pensado en visitar al párroco para pedirle
consejo, ahora sí que fue; pero el señor, aún con su avanzada edad, resultó
tener bastante conocimiento de estas nuevas tendencias de pareja y le aconsejó
(no como hombre religioso -dijo él-, sino como “psicólogo certificado”, que
resultó ser el curita) que entienda a su pareja y que parte importantísima de
una relación es poder vivir una vida sexual plena, y que los tabúes se quedan
siempre fuera de la cama.
-De todos los curas del mundo y me tocó el
caliente -se quejaba Jonás cuando salía de la iglesia- seguro se anda cogiendo
alguna vieja devota en la capilla -Le sonó el teléfono, Virgy quería un café.
Una hora después estaban sentados en la
misma situación de siempre.
-Listo, ya sé qué es -empezó emocionada.
Jonás aún trataba de fingir emoción- Pero es un poco arriesgada. Mira, hay un
grupo de gente que se mete en tiendas, cosas pequeñas, baratas, y agarran algo
y se salen, se reúnen y empiezan a hacerlo en algún lado -y al ver la cara de
indignación de su novio añadió- algo pequeño, un caramelo.
-No, esto sí que no. No solo estás
haciendo algo ilegal, sino que además me arriesgas a que me arresten a mi, no mi amor,
hay cosas que no puedo hacer -Jonás se
echó para atrás en su silla, tratando de verse autoritario.
-Ay Jonás, yo sé, pero en serio ya no se
me ocurre nada más que hacer, lo único que me gustaba en serio era la idea de
Blanca! -y se lo quedo viendo.
-Entonces vamos a la página donde la
conociste y busquemos alguien más, a alguien que no le importe que yo esté.
-No, es que tú no entiendes. Tendría que
ser Blanca, me siento culpable de cómo se fue; deberíamos compensarle -pausó un
momento- ella no debió irse así.
-Entonces hablemos con ella, digamos que
quieres pedirle disculpas, que yo no voy a estar, no importa.
-Ay Jonás, vos crees que es así de fácil?
Qué yo no lo he pensado? -le dijo ofendida- la página no te da los números, ni
nada, solo sé qué se llamaba Blanca, y ni siquiera sé si en serio se llame así.
-Y luego del susto, imposible que esté en
la página de nuevo - Jonás añadió leña al fuego sin darse cuenta- bueno,
entonces pensemos algo más, pero por favor, que no incluya crímenes, o
disfraces de animales, por favor.
-No, tiene que ser ella. Mira, tengo una
idea -dijo recuperando la seguridad mientras se inclinaba hacia Jonás.
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A las 2 de la mañana Blanca llegaba bastante
cansada y algo borracha a su casa, abrió la puerta, se quitó los zapatos, los
tomó en una mano y sin prender las luces empezó a andar en puntillas hasta
llegar a su cuarto, una vez dentro cerró la puerta y rendida se tumbó boca
abajo sobre la cama. Sin levantarse echó los brazos para atrás y empezó a quitarse la chaqueta que traía,
pero esta se le enredó y mientras forcejeaba para zafar un brazo se dio la
vuelta y aún con los ojos cerrados una mano le tapó la boca. En cuanto abrió
los ojos se encontró con que una mujer se le había subido encima, trató de
moverse pero era muy pesada y más grande que ella y con las manos atoradas en
su espala no podía poner mucha resistencia, de repente una voz conocida.
-Perdón, blanca, perdón! -reconoció la voz
de Virginia- te juro que no quería hacer esto, pero no sabía cómo más hablarte
Y Blanca seguía forcejeando.
-Perdón, pero sabía que si te timbrábamos
a la puerta nos ibas a cerrar en la cara, y yo no quiero que me digas que no de
nuevo
Y Blanca dejó de forcejear.
-Así que le obligué al Jonás a que me ayude
a entrar, él es bueno con eso, y la puerta del patio ha sido muy fácil
Y el pecho de blanca empezó a hincharse
con profundos respiros
-Pero te prometo Blanca, te prometo que te
puedo explicar todo, solamente escúchame, y en cuanto a Jonás, él…
Y Blanca cerró los ojos y echó la cabeza
para atrás
-Te prometo que él no va a hacer nada, él
no quería ni venir, solo me ayudó a entrar, ahora que te tranquilices él se va,
si quieres, él es inofensivo!
Y Blanca empezó a gemir. Extrañada
Virginia volteo para encontrar a Jonás lamiendo extasiado los pies de la chica.
-Hey! que no ibas a hacer nada! -Le
reclamó su enamorada
-Es que son muy tersos! -respondió Jonás
para excusarse volviendo a su tarea
-Deja de hacer eso mier…
Virginia se quedó petrificada cuando
escuchó que alguien golpeaba la puerta “Mija? Ya llegaste? Está todo bien?”.
-Pensé que vivía sola! -le reclamó Jonás.
-Eso me dijo ella! -dijo asustada- y ahora
qué hacemos?
Pero él solo se la quedó mirando y movió
la cabeza. Golpean la puerta otra vez “Mija? Responde, por favor” y otra vez
golpea. Virginia, sin saber qué hacer solo pudo ver a Blanca a los ojos y
cerrando los propios quitó lentamente la mano de la Boca de la chica. Blanca se
quedó callada y de pronto sintió la lengua de Jonás en su dedo gordo.
-Papi, ya yo estaba dormida, vaya a su
cama, mañana hablamos -dijo Blanca mirando a los ojos a Virginia.
-Estás segura? -insistió el padre en tono
incrédulo.
-Si papito, no se preocupe. Déjeme
descansar.
-Ok, ok, que descanses mijita
-La bendición, papá.
-La bendición mija, la bendición -y se
alejó la voz murmurando enojada algo sobre las amigas de su hija.
Virginia observaba atónita
-Siempre se queda acá los martes, mañana
trabaja cerca -explicó Blanca antes de cerrar los ojos y echar la cabeza para
atrás.
Virginia volteó la cabeza y, al ver que
Jonás se ocupaba de nuevo en lo suyo, empezó a besar el cuello de la chica para
luego bajar poco a poco.
-Me encanta tu lengua -se le escapó a
Blanca. Al oír esto Jonás se le acercó
-¿Puedo lamerte un ojo?
Ella hizo un gesto de aprobación y él se
agachó para disfrutar al fin de un ojo nuevo, lo hizo lento y ella le siguió el
ritmo. Cuando se separó de ella, se quedó unos segundos saboreando,
interiorizando la sensación y cuando abrió los ojos murmuró:
-Negros